“Mami estah nouchehhh vamohhh a gozahhhl cohn mi ritmouhhh troupicahhhl . Pahhh Vacihlahhh pahhh gozahhh. Rakata rakata rakatatan. Esahhh nenahhhh estahhh gozhandooohhhh. Rakata rakata rakatatan A las girlas voyhh a mounthaar, voy ah acribihllal, en Canadahh en Pakistaahn, toahhh las voyhh a Tumbahhl…Ioooh soyhhh el maleahhnte mondiahhhl!”
Doberman.
Canadiense puro. Sin el más mínimo material genético latino o caribeño conocido. Flacucho. Desgarbado y Pelirrojo. Con la piel más blanca que la nieve acaba de nevar.
Hijo bastardo de uno de los pocos maleantes que ha tenido Canadá en toda su insulsa historia: Don Strasburg.
Hijo de la vergüenza de una secretaria de la embajada estadounidense: Mary Woods
Su infancia transcurrió entre libros, la embajada en Ottawa y los cuentos sazonados con fantasía que su madre le hacía sobre las andanzas de su padre. Un padre asesinado en Colombia. Un padre que en sus últimos años de vida fue el lugarteniente del mismísimo Pablo Escobar Gaviria. A los 18 años abandonó a su progenitora y se interno en la jungla de Montreal. Dijo que iba a estudiar dizque música. Y termino estudiándola, aunque no de la manera que imaginaba.
En Montreal se unió a un grupo de amigos pendencieros. Un grupo que al igual que el flacucho, iban en búsqueda de aventura y decadencia. Los estudios; la excusa perfecta. Junto a los amigos del mal y utilizando sus ahorros de empleo de verano, alquilaron un apartamento cochambroso. Un apartamento con olor a humedad, repleto de cucarachas y otros insectos insalubres por doquier.
La primera misión fue conseguir un empleo con el cual sustentar sus excentricidades. Entre ellas, orgias y competencia de vómitos. Esa era la diversión del fin de semana. Emborracharse hasta más no poder y luego disparar el vomito de mayor longitud. Las famosas competencias vomitivas que realizaban en un callejo aledaño al edificio de apartamentos donde residían. Competencias que provocaban repulsión y condena entre los vecinos melindrosos del área. La noche terminaba con bacanales sexuales. No porque que estos jóvenes fueran los mas apuestos o seductores expertos- sencillamente contrataban putas con las cuales satisfacer sus instintos seudo pubertosos.
Mientras trabajaba de mesero en un restaurante especializado en desayunos estrambóticos, conoció a varios jóvenes de ascendencia latina. Esta gente resultó ser más entretenida y variada que su compañeros desbocados de cuarto. Poco a poco comenzó a dejar a un lado a sus amistades de Ottawa para concentrarse en salir con su nuevo grupo de amigos. Su nuevo grupo social lo llevó a discotecas infectadas con ritmos desconocidos que jamás había escuchado.
Como el reggaetón…
Y le gustó.
Muchisimo.
“¡Creo que en mi otra vida era latino” repetía como letanía hasta el cansancio. Como si estuviese diciendo la frase más novedosa jamás dicha sobre la faz de la tierra.
Pronto descubrió que eso del reggaetón, se le daba a él también. Quizás era ese don, ese talento oculto que el Dios de su madre le había dado.
“Hijo mío, Dios nos dota a todos de un don especial. Ese que si se descubre a tiempo puede hacer que lluevan looney y twonies del cielo”
“Yoh soihh el que te vaaah a agarrar lahhhs girlas, mamitahh chulahh estah nouchehh sih quehh estahh buenahh!”
Comenzó haciendo experimentos con programas de computadoras. Luego alguna que otra alma caritativa le daba la mano para que sus grabaciones “home made” parecieran profesionales.
“Con ese nombre que tienes no vas para ningún lado. Tienes nombre de filósofo o científico. Tienes que buscar un nombre de reguetonero.”
Buscar un nombre artístico era ahora una prioridad. Debía buscar algo que reflejara su personalidad, su estilo. Pero nada se le daba. Hasta que una tarde el nombre le llego por revelación divina, mientras caminaba por el Viejo Montreal y escuchaba en su Ipod la canción “Culo” de Pitbul.
“Me llamaré Doberman”
El nombre le vino como anillo al diente. Quizás por la ironía de ser un flacucho de apariencia inofensiva, con nombre de perro matón. Quizás eso fue lo que hizo que la gente de Quebec se fijara en él. Lo cierto es que Doberman comenzó a ser un nombre vox populi en las discotecas de la ciudad francófona.
Al poco tiempo fue descubierto por el reguetonero Don Omar y sus amigos de Vi Music. El famoso cantante se encontraba de visita para una presentación en la ciudad y asistió a una de las discotecas donde Doberman tendría una presentación. Quedó tan impresionando que lo mandó a llamar en privado. Interprete para Doberman incluido.
El reguetonero canadiense no podía dar crédito a lo que veían sus ojos. Ahí mismo, frente a él, se encontraba Don Omar. El gran Don del reggaetón. Vestido con su emblemático traje blanco, y con el aire de grandeza de veinticinco mil reyes.
Don Omar lo miraba frio y analítico.
“Es un honor para mí conocerte Don Omar. Soy muy fan tuyo y de tu Danza Kuduru” le dijo Doberman con un pretendido acento callejero en ingles.
“Whatever Papi” le contestó Don Omar en español.
“Te voy hablar claro. La canción es una mierda, pero tienes flow. Papi tú tienes talento y te quiero pal orfanato”
Doberman vio las puertas del paraíso abrirse.
Ser parte del famoso establo de raperos underground de Don Omar era un prestigio mayor. Sumarse a figuras como Syko y Kendo Kapponi. Ser parte de esa furia existencia en el corazón del tráfico de drogas y su comunidad. Ser parte de todo eso, aunque no hubiese vivido un carajo de eso. Ser parte de eso aunque fuera para en algo emular a su difunto padre. Ser parte de eso, aunque su infancia y adolescencia hubiese transcurrido entre libros y la embajada estadounidense en Ottawa.
“Vamos a desarrollarte papi. Pero primero tenemos que ir paso a paso. Grabamos par de cancioncitas a ver qué pasa y te ponemos a tomar clases de español callejero”
No hay palabras ni en el español estándar ni el español callejero, para describir la erección emocional que sintió Doberman, al saberse descubierto por Don Omar.
Abrazó al reguetonero boricua con todas las fuerzas de su piltrafa de cuerpo.
“No sé como agradecerte esta oportunidad Don”
Don Omar se lo saco de encima en un dos por tres. Bastó solo con un leve empujón del astro, para que el debilucho casi tocara el piso con su espalda.
“La confianza apesta papi. ¿Me quieres agradecer? ¡No metas la pata! ¡Te vamos a meter billete y es lo menos que puedes hacer por el orfanato! ¡No meter la pata! ¡Esto es como Menudo, pero de raperitos! Y tú vas a ser el primer menudo que no es boricua. Así que pórtate bien. Recuerda que cuando se juntan los reyes, siempre hay castillo.”
Muy pronto Doberman ya tenía canciones sonando en la Mega de Montreal.
“Aquí apoyamos lo nuevo. En la Mega te damos los artistas del mañana tan pronto como ayer!
“Chequea ese Ass gigglear” fue el primer sencillo en entrar al chart de los sencillos más escuchados de Montreal. Representaba el ingreso de Doberman al reino de los cielos.
Todo parecía indicar que era el inicio de una gran estrella. Abandono a sus amigos de los excesos y se consiguió a otro grupo de amigos de excesos. Siento la única diferencia de estos amigos de los excesos de los otros amigos de los excesos, que estos gastaban en exceso; Eran mas: high class.
Poseidona…
Potranca de cinco estrellas. A pesar de ser canadiense, era de padres caribeños y por lo tanto eso de mover el trasero se le daba muy bien. Dotada de una espectacular anatomía, la mujerota era el objeto de miradas obscenas donde quiera que su trasero apuntara. Después de graduarse de escuela superior, pasó unas temporadas en Nueva York y en Los Ángeles, intentando convertirse en actriz. Pero con tan solo tres meses divididos en ambas ciudades fracasó y se regreso a Canadá. No regreso a su natal Toronto, sino que fue a dar a Montreal porque era más wild.
“Así sola no se puede. Yo necesito un sugar daddy que me pague la vida”
Durante el verano le gustaba arreglarse y ponerse los vestidos más minúsculos que diseñador lujurioso pudiese concebir. Las discos de Montreal eran su destino favorito. Y fue en una de esas discotecas, donde sus oídos escucharon a Doberman cantar por primera vez. Le pareció una mezcla de Eminem con Daddy Yankee.
“Ese flaco tiene un sex appeal enorme”
Se propuso convertirse en la novia de la naciente estrella canadiense. Se le presento la oportunidad perfecta cuando un tal Raymond Panetta, se le acercó en una discoteca y le propuso muy elegantemente audicionar para el cuerpo de baile de Doberman.
“Babe, con esas nalgas y esas tetas tu estas para bailar al lado de cualquier estrella. Doberman te necesita.
“¡Yo muevo el culo muy bien!”
Solicitud aceptada.
Claro, Panetta lo que quería era tirársela. Y así lo hizo. Dicen que el orgasmo tan intenso que tuvo al ver el voluptuoso cuerpo desnudo de Poseidona, no tuvo referente histórico alguno. Basto con que Poseidona le rozara la verga con sus monumental y parado trasero, para que Panetta:
“OAAAAAAGHHHHHHHHHHGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHOAAAAAAAAAAAAAAAGHHHHHH!”
Fue tan fuerte e intenso el orgasmo…
Que ocurrió mucho antes que Panetta se quitara sus bóxers y la penetrara.
Pero ya Poseidona había cumplido con su parte del trato. Así que con sus nalgas empapadas del lácteo procreador procedió a vestirse.
“Eres un desastre… En serio” le dijo mientras ponía en su lugar su diminuto hilo dental.
“Es que tu culo no tiene comparación” trato de excusarse el emasculado manejador de artistas.
“Whatever” le contesto ella con aires de diva.
Por supuesto, la sensual engendra pasó a ser parte del grupo de bailarinas de la naciente estrella del reggaetón canadiense.
Y es que a Panetta y su masculinidad le convenía tenerla contenta.
Cada vez que Doberman salía a cantar, Poseidona le meneaba las posaderas lentamente; creando desvergonzados círculos concéntricos en el aire. Círculos concéntricos que rozaban los atentos y caballerosos genitales del cantante. Pero Doberman resistía y nunca se venía con ropa. Esto fue suficiente para que naciera el amor entre ellos. Un amor provocado por la lujuria confundida con amor de Doberman y alimentado por la creencia de la joven de que su novio se convertiría en una mega estrella a nivel mundial. La naciente estrella del reggaetón tenía contratos recurrentes. Esto para la chica, era más que garantía, que su noviecito se convertiría en el nuevo Daddy Yankee canadiense.
Lamentablemente Doberman era un desesperado y moría por debutar en Puerto Rico; Esa isla del Caribe, hija bastarda del primer mundismo y el tercer mundismo. Colonia hispana de los Estados Unidos de América.
Cuna del reggaetón y otros engendros musicales más.
El plan no podía ser más osado…
Contra todos los consejos, Doberman quería lanzar su nuevo sencillo “Maleante Mundial’ en la isla del Encanto.
“ ¡Papi tú estás loco!” le dijo Don Omar en una conversación telefónica.
“Tú no estás listo todavía, ni tan siquiera pal Orfanato”
Pero ya para Doberman como que eso del Orfanato y los Menudos raperitos, no le sonaba tan cool. El ya era una estrella de Canadá y eso de compartir tarimas con el kindergarten de Don Omar era para principiantes. Y en parte tenía algo de razón: Don Omar y los ejecutivos de Vi Music realmente planificaban lanzarlo como un cantante de reggaetón exclusivamente en el mercado de Canadá. Posteriormente, a través de un cuidadoso plan de marketing, introducirlo a Estados Unidos y el resto del mundo. Puerto Rico seria el último escalón en la escalera eléctrica de la fama. Pero no se lo decían porque a Doberman, a pesar de su talento, la pinta desesperado se le notaba a mil kilómetros de distancia. Ellos sabían muy bien que lanzar “Maleante Mundial” en el mercado más difícil del reggaetón seria un colosal error táctico. Doberman debía controlar sus ímpetus o acabaría haciendo el ridículo.
“Los puertorriqueños no aceptan a un cantante de reggaetón desconocido, si no es de la isla. Tiene que ser famoso primero en Estados Unidos y en el mundo para que los boricuas te reciban con los brazos abiertos. Así fue como lo hizo Pitbull. Se lo hubiesen comido vivo si hubiese intentado lanzarse desde la isla. ¡Quién querría escuchar el reggaetón de un cubano americano de Miami!… Piénsalo bien Doberman, controla tus ímpetus… Puerto Rico puede esperar”
Palabras sabias de Panetta, el eyaculador prematuro, también manager.
Muy docto en estos asuntos tan complejos del reggaetón y el marketing.
Panetta se lo decía, por la experiencia.
Pero tal y como sucede en todos los ambientes profesionales, siempre hay un envidioso que quiere hacer leña del árbol caído.
Manolo Daniels, un diminuto canadiense de ascendencia latina con ínfulas de rapero del East Coast (Y con muy buenas conexiones) conspiró para sacar al joven del mapa musical.
“Doberman, Panetta no cree en tu talento. Muy en el fondo te envidia porque es un cantante frustrado. Todo el mundo recuerda su fracaso cuando formo la banda “Los Bukis Canadienses”. Los mexicanos se lo comieron vivo. Tú puedes lanzarte desde Puerto Rico. Ya he hablado con Wisin y Yandel para que le abras el próximo show de ellos en el Coliseo de Puerto Rico. Dale la sorpresa a Don Omar. Demuéstrale que estás listo para pertenecer al Orfanato”
Fue todo lo que necesito.
En un abrir y cerrar de ojos, Doberman ya había empacado sus maletas y a escondidas de Panetta, Don Omar y de la gente de VI Music, debutó en Puerto Rico.
Fracasó estrepitosamente.
Titular del periódico Primera Hora de San Juan, Puerto Rico
22 de mayo de 2012
“Reguetonero Canadiense hace el ridículo en opening act de Wisin y Yandel. Le tiran huevos, tomates y hasta tocineta”
Traicionado por los nervios, Doberman fue un desastre de proporciones épicas. Se le olvidó la letra y su fonética fue peor que nunca.
¡Mami hhh estah nouchehhh vamohhh a gozahhhl cohn mi ritmouhhh troupicahhhl . Pahhh Vacihlahhh pahhh gozahhh. Rakata rakata rakatatan. Ioohhh etoihhhh gohhhzandouhhh!
Lo peor sucedió cuando la prensa lo acorraló a la salida del concierto con preguntas sobre su desastrosa presentación.
-I don’t speak spanish!-
“Reguetonero Canadiense quiere cantar reggaetón, pero ni tan siquiera habla español”
Fue el fin de Doberman y su incipiente carrera de reguetonero. En Canadá fue declarado non grato y en Montreal lo rechazaron en todas las discotecas.
Don Omar le llamo por Skype echando chispas ciberneticas.
“Papi si tu llegas a decir que te estaba apadrinando la carrera, me aseguro que nunca grabes otro disco. ¡Te vas pal carajo papa! ¡Aquí no tienes nada que buscar!”
Vi Music le canceló la grabación de su disco por desobediente y Panetta lo mando al infierno.
Lo perdió todo.
Excepto a Poseidona, quien aun mantenía vivas las esperanzas de que su novio algún día volviera a la cima de la fama.
Mientras tanto, Manolo Daniels fue firmado por Vi Music.
Bajo el nombre de “Chihuahua”-Muy en honor a su microscópico tamaño- Daniels saboreó las mieles del éxito en Canadá, Estados Unidos, el mundo y Puerto Rico.
El plan paso a paso que los sabios estrategas de la industria musical habían diseñado para Doberman.
Amargado por la desgracia, Doberman solo concebía pensamientos nefastos. Ya nada volvería a ser igual
“¡Pagaras por lo que me hiciste Chihuahua! ¡Tus días están contados… Doberman regresará!”
“Volveré a ser famoso… ¡Aunque le tenga que dar el culo a Steven Spielberg!”